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El francotirador paciente: Reseña

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*De nuestra gustada sección: LEER DC. Nuestras RESEÑAS de la Biblioteca Pública*

¿Arte o vandalismo? El mundo del grafiti, como arte callejero ha sido perseguido, desfasado, desvalorizado, satanizado, y vuelto a revaluar, y finalmente entrado al mundo de los grandes museos. Nombres como el de Basquiat o Banksy, lo han enaltecido y hoy en día piezas de arte-en-aerosol se colecciona y se subasta en grandes cantidades en las subastadoras de arte contemporáneo, que no son otra cosa que especuladores en trajes caros y en ambientes de lujo.

Aunque en muchas partes del mundo continua siendo una actividad ilegal que es perseguida por las autoridades y significan entre unos días a unos meses de cárcel. “Según las autoridades, el grafiti destruye el paisaje urbano; pero nosotros debemos soportar los luminosos, los rótulos, la publicidad, los autobuses con sus anuncios y mensajes estúpidos”.

El francotirador paciente es una novela de uno de los más grandes maestro españoles de la literatura hoy en día, Arturo Pérez-Reverte, aunque este libro no es precisamente en torno a la historia del grafiti, pero si en torno a la historia negra de aquellos que se esconden en las sombras… y no son precisamente grafiteros.

La protagonista de esta novela es una escritora de arte y critica que se empeña en cazar al más famoso de los grafiteros españoles, uno al que nadie conoce, uno a quien nadie ha visto la cara, aunque eso si el más famoso de todos, el más arriesgado y quizá el más talentoso. Un grafitero cuya firma lleva la mirilla de un rifle… aunque existe un problema, el no desea ser entrevistado, el no desea ser conocido y menos aún desea ser parte de la maquinaria de la publicidad y el comercialismo del arte de las grandes ligas.

“Había que buscar lugares difíciles, planificar, romper o saltar vallas, entrar por los respiraderos, infiltrarse, esconderse, caminar por los túneles, a oscuras, pintar sin luz para que no los vieran, sentir el subidón de adrenalina mientras el resto de los mortales estaba de juerga o dormía”.

El francotirador paciente es en efecto una cacería, entre este escapista y escabullido pintor de paredes y Alejandra Varela que ha decidido desenmascarar al autor del que los diarios y críticos hablan. Ella es  una conocida crítica de arte que ha vendido la idea de un libro a un famoso editor que además tiene tratos con un gran museo, y este planes para una gran exposición que incluirá un lujoso catalogo y todos los otros engranes del mercado del arte hoy en día. El único problema que enfrenta es que su “presa” no está interesado en prostituirse y es feliz siendo un encapuchado underground en contra del sistema.

Para Sniper, todo arte consistía en no ser capturado. Pintar donde no debes. Huir de los guardias y que no te cojan. Llegar a casa y pensar lo hice, es lo mejor. Más que el sexo, las drogas, lo que sea”.

Como puede imaginarse la presión crece sobre Alejandra que tiene todos estos compromisos, así que debe cerrar la persecución y la cacería se extiende de España a Portugal y de ahí a Italia. Pues ella sabe lo que eso significaría para su carrera como crítica de arte, su reputación de periodista y el círculo de amigos en el que se mueve. Como toda cacería, esta tiene sus riesgos, así que Alejandra debe disfrazarse de “escritora” como se dice en el argot grafitero, e irse a correr el riesgo con un grupo de ellos a sabiendas de lo que eso significa; persecución policiaca, golpes y una multa, además en su caso el desprestigio absoluto. Thriller grafitero de buen ritmo y descripciones precisas por una de las grandes plumas de España.

El Francotirador Paciente. Arturo Pérez-Reverte. Ed. Alfaguara, 2013