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LA ARQUITECTURA DIGITAL

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DCPompei1smInformación portátil o llevar una computadora a cualquier parte está transformando cada vez más de manera radical las viejas formas de trabajar, estudiar, divertirse y hacer negocio. Así como la manera tradicional de investigar, informarse y relacionarse.

Ya no es necesario ir a la biblioteca, a la oficina, a la escuela, al museo, al banco, al café o al mall… Los lugares, vienen hacia mí. Ya no es necesario inspirarse frente al río para escribir cartas a la amada, ahora se le contacta directamente desde cualquier parte del mundo y puedo incluso verla mientras hablamos.

Y peor aún, las empresas ya no tienen edificios, los negocios se hacen en el aire y lo que parecía material se desmaterializa. Las grandes compañías que se fusionan ahora son más pequeñas. La miniaturización electrónica y el cambio irreversible de átomos a bits redefine conceptos tan fascinantes como el espacio y el tiempo y nos remite a viejas discusiones filosóficas entre lo real y no real, lo falso y lo verdadero.

Mi email es mi dirección, lo mismo en Montreal, que en Washington o Japón. ¿Soy donde vivo o vivo dónde estoy? parafraseando a Shakespeare.

La telefonía actual es un proceso evolutivo que inicia por ahí de la segunda mitad del Siglo XVIII, cuando los científicos comienzan a pensar en la idea de enviar señales eléctricas a través de cables. A principios del Siglo XIX, se especula en torno a la idea de escribir a distancia y para l843 Samuel Morse construye la primera línea telegráfica entre Washington y Baltimore. Para l890 William Crookes imagina una posibilidad de la telegrafía sin cable y años después Guillermo Marconi transmite información a través del Atlántico, y hoy en día, cualquier conexión telefónica es potencialmente un emisor-receptor conectado a la NET. Las computadoras, no sólo desde el punto de vista de su arquitectura, sino de su funcionamiento, han cambiado también de forma radical. En un principio fueron máquinas grandísimas que ocupaban edificio enteros; con foquitos, grandes teclados, bandas y partes mecánicas tan burdas como las usadas en las películas del Santo. Algo así como grandes Cadillacs torpes circulando por un camino muy estrecho, y no pasaban de elaborar complicados procesos matemáticos que hoy en día hace cualquier calculador. No fue sino hasta la aparición de la Apple I a mediados de los 70s que el proceso y desarrollo de los sistemas digitales entró a otra dimensión, solo comparable al triunfo del Pathfinder desplazándose por la superficie de Marte.

Las paredes más sólidas se derrumban, menos es más. La arquitectura del software: los diarios, las escuelas, las librerías, los museos.

La definición más simple de arquitectura, define a esta como la ciencia de diseñar y construir edificios. Los nombres de Leonardo DaVinci, Gaudí o la escuela Bauhaus son verdaderos hitos, en lo que podemos definir como el arte que mejor capta los conceptos espacio y tiempo, diseño y funcionalidad.

Las paredes son de números binarios, las imágenes son jpg y la poesía es html.

Durante siglos, los edificios se han distinguido uno de otros no solo por su uso, diseño y material usado en ellos, sino también por lo que representan; hablase de Versalles, La Ciudad Prohibida, la Pirámide del Sol o el Capitolio. Todos ellos son la representación del poder; y al igual que muchos otros juegan un rol muy importante en el plano de nuestras ciudades y nuestra vida social y comunitaria; otros sencillamente son la materialización de una ideología, un estatus, o una organización. Iglesia, Templo, Mausoleo, Alcázar, Abadia, Convento, Mezquita, etc.

Cuando la enorme torre del Chicago Tribune fue construida, se pensó no solo para que contuviera las gigantescas máquinas de imprenta y a más de veinte docenas de empleados; sino para que pudiera verse desde cualquier parte de la ciudad, en representación del poder de la prensa. Hoy en día, una empresa de noticias en línea como C/NET en sus oficinas en Boston, ocupa un espacio de un piso y medio y emplea a diez personas a lo sumo. Esto es, la información digital esta cambiando radicalmente los espacios de producción y distribución de la información también.

En las primeras bibliotecas los libros se alineaban en las paredes, era un recinto a donde se iba con fe, a guardar silencio y a ser respetuoso, dado que se encontraba uno en el lugar del saber; a diferencia de ahora, donde puedo tener acceso a muchas bibliotecas en un periodo de tiempo irrisorio mientras escucho mi disco favorito en el mismo ordenador. Puedo copiar, cortar, armar mi propio libro, e imprimirlo… ahora, ya mismo en el mismo instante. Antes, para imprimir un libro, además del dictamen de un grupo de espertos, debía esperar uno meses, sino años, eso si tenía suerte. Allá en lugar de aquí.

Aquí, el conocimiento al instante: la Internet como la gran biblioteca de la humanidad post-gutemberg.

Quizá en el futuro la grandísima Biblioteca de NY, la suntuosa Biblioteca de la Ciudad de Paris, la impresionante Biblioteca del Congreso en DC o la fría aunque no menos importante biblioteca Nacional de México, sean convertidas en museos de libros o bodegas del saber… algo así como archivos muertos. Panteones de papel climatizados.

Ni se diga los museos o las galerías. ¿Por qué pagar veinte dólares para entrar al MOMA -el arte para los ricos- cuándo puedo ver a Van Gogh en linea?  Asistir a una opening en Madrid desde la comodidad de mi hogar, o ser invitado al estudio de un artista conectado a Skype.

Hoy en día en concepto de arquitectura se ha extendido más allá que a casas y edificios; más allá que a un diseño; a la definición de las formas de ver las cosas y percibirlas conceptualmente, eso es: La Arquitectura Digital.

Libros, imágenes, piezas visuales, conceptos sonoros, ideas virtuales, diseños binarios, geometría atómica; el Aleph. El punto en el espacio que contiene todos los puntos.

Información al fin, desde la cuales podamos seguir rastreando el origen del conocimiento, por el bien del saber que hizo todo virtual: concepto-espacio-tiempo-diseño-habitat-funcionalidad. Siempre y cuando no perdamos de vista nuestro anclaje humanista por el bien de la humanidad, aunque suene redundante. La ciudad que habitamos.

-Octavio Lasañe