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Festival de Cine Latinoamericano

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Con la participación de unos cincuenta filmes, entre documentales y ficciones, el Festival de Cine Latinoamericano (Latin American Film Festival) dio inicio la semana pasada y continúa hasta el 2 de octubre en los cines del American Film Institute (AFI) en Silver Spring.

Tuvimos la oportunidad de ver dos películas que llamaron nuestra atención. El primero fue un documental de buenas intenciones tanto de los realizadores, como de los participantes en torno al chocolate, o mejor dicho en torno al cacao. Setting the Bar: A Craft Chocolate Origin Story. Este documental cuenta la historia de un grupo de “expedicionarios” chocolateros que se van de “cacería” en busca del cacao ideal en América Latina para hacer chocolate. El documental parece estar dirigido a los consumidores de chocolate artesanal tan de moda hoy en día y relata las vicisitudes de estos chocolateros que viajan a la Amazonia en el área del Perú en busca del mejor “producto” para fabricar su chocolate, mismo que ellos puedan vender en sus negocios; un chocolate fino y elegante que por supuesto no será barato.

La realización es de muy buena factura, las entrevistas muy sentidas y la musicalización con música rock permite darle a la historia un buen ritmo. Una parte del filme cuenta con una animación que explica la diferencia entre los “buenos” chocolateros y los “malos” chocolateros; esto es, los que fabrican un chocolate comercial barato en muchos sentidos y los otros que se preocupan por la calidad de una buena barra del “alimento de los dioses” como lo llamaban los mayas. En este filme nos enteramos que la Amazonía es un lugar cada vez más frágil y en peligro -como lo sabemos todos-, tanto por los abusos que se cometen, como por el desplazamiento de los productos que mejor se comercializan como son por supuesto la coca, la piña y el aceite de palma africana que hoy en día se encuentra casi en todos los comestibles. 

El árbol de cacao, explica uno de los protagonistas, al ser originario del lugar no sólo es  un “producto” muy viable en el área, dado que crece muy bien dentro de los bosques y puede ser parte del entorno. Esto es, que al crecer a la sombra en el Bosque de Lluvia puede coexistir con la naturaleza ahí sin necesidad de quitar los grandes árboles o destruirlos. Como sabemos la preservación de la biodiversidad en la Amazonia es fundamental en el enfriamiento de este planeta. El cultivo del cacao permite a las comunidades locales llevar algo de dinero a la mesa de su hogar y cultivar un producto legal que les ahorrará problemas con las autoridades.

El documental cuenta las peripecias de un puñado de gringos en busca de la mejor “mazorca” de cacao; lo importante del proceso de fermentación en la elaboración de un buen chocolate, lo delicado del producto y sus diferentes fases. Como mencionábamos al principio, se nota la buena intención, aunque al final uno se pregunta: ¿Por qué los productores no sólo de cacao, sino de café, en México, en Perú, en Colombia y en todos los países donde existe selva siguen tan pobres como siempre? ¿Por qué los chocolateros tienen tan buenos negocios establecidos en Nueva York y/o en California y pueden darse el lujo de viajar tres o cuatro meses en América Latina en busca del tesoro negro para tener la mejor ganancia? ¿Hay equidad en la transacción, o cual es la razón por la cual los productores quedan igual de pobres y los que fabrican el chocolate y lo meten dentro del paquete elegante progresan y se hacen ricos? Setting the Bar: A Craft Chocolate Origin Story. Dir. Tim Shepard. US 2019

El segundo filme al que tuvimos la oportunidad de asistir fue una pieza muy poderosa que narra un fragmento de la historia de Carlos Marighella, uno de esos personajes que seducen por su idealismo; el guerrillero brasileño del siglo XX que se opuso a los militares que tomaron las instituciones en Brasil en 1964 y se quedaron con ellas por 21 años usando todas las tácticas que usan los milicos cuando llegan al poder: supresión de las libertades, tortura, muerte, terror, dolor, sangre, cárcel y represión. Con una cámara en mano y técnicas del reportero de guerra, este filme nos mantiene al filo de la silla y nos lleva por un Brasil en golpe de estado, respaldado por el imperialismo invisible de mano dura que en esos años resolvió todo a través de la CIA. En el fondo por supuesto el dinero, los intereses, las materias primas, las ganancias y todo lo conseguido de mala forma. El filme se centra en la figura del guerrillero y en el grupo de jóvenes que le siguen, pero también en la figura del jefe de la policía secreta que le da cacería hasta matarlo en una emboscada. La muerte, parece decir el filme, es el precio que pagan los soñadores cuando piensan que otro mundo es posible. El poeta que cree en la democracia y el sabueso rabioso capaz de cualquier cosa con tal de lograr su objetivo. De un lado la célula de idealistas comandada por este poeta que cree en la igualdad, la justicia y la democracia, y del otro los que tienen la certeza de que la mano dura es un derecho de los poderosos. Marighella es el retrato de este “héroe subterráneo” excluido de los libros de historia oficial -como casi todos los grandes héroes de América Latina-, filme producido por el maestro Fernando Meirelles, describe lo difícil de ser un guerrillero y un patriota en un mundo cuando el totalitarismo se apropia de un país.  Un filme a la vez triste, pero también de denuncia y gran valor, especialmente en un Brasil con un presidente que se ha declarado abiertamente fascista y antidemocrático. Marighella, Dir. Wagner Moura, Brasil 2019.

No deje de asistir al Festival de Cine Latinoamericano que en esta ocasión nos trae un abanico muy variado de posibilidades; desde filmes de denuncia y poesía, hasta alguna que otra telenovela banalona qué siempre logra colarse.