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La alondra como símbolo de ascensión mística

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Además de música y arte, este viernes 27 de septiembre (6:30 a 9:30) la Peña Cultural de los Viernes de Casa de la Cultura El Salvador presentará al escritor salvadoreño Mario Bencastro, quien leerá fragmentos de su última novela. A continuación una reseña de El vuelo de la Alondra

En “El vuelo de la Alondra” Mario Bencastro explora el género de la novela de suspenso. Siguiendo los pasos de Dan Brown y Umberto Eco, Mario construye su novela basada en la obra del arquitecto-pintor salvadoreño Benjamín Cañas (1933-1987), quien residió, trabajó y estudió en el área metropolitana de Washington desde 1969 hasta su muerte. Bencastro, al igual que Eco en El péndulo de Foucault, habla del uso del esoterismo y textos ocultistas para explicar hechos históricos. Bencastro siguiendo a Eco recrea como el eje central la obra pictórica de Cañas para hablar de la crisis social y económica de El Salvador durante la Guerra civil (1980-1992). La trama inicia con la llegada del experto en arte francés Marc Douanier a El Salvador, tratando de adquirir para una subastadora de París trabajos de Benjamín Cañas, el cual es admirado por la crítica internacional y cuya obra día a día sube de precio gracias a la apreciación de coleccionistas privados, galerías y museos en todo el mundo. Marc es un experto en descubrir falsificaciones de arte, y ha creado fama con sus revelaciones. A su llegad Douanier encuentra a un país caótico, en donde la información publicada por los medios no corresponde a la realidad, las protestas sociales, el crimen y violencia no son reportados, hay una aparente calma, sin embargo todo el mundo sabe de su llegada, y sus intenciones. El centro de la acción ocurre en la galería Iris ubicada en la Zona Rosa de El Salvador. A ella acuden la crema y nata de la sociedad salvadoreña, tanto para ser vistos como para comprar y lavar el dinero producto de sus turbios negocios. Antes de la llegada de Douanier, otro enviado de galerías parisinas había llegado en búsqueda Cañas, un tal Le Pont, un falsificador de obras de arte convertido en detective. Estos dos personajes de origen francés son quizás una metáfora de los veteranos franceses de la Organización Terrorista Secreta del Ejército Argelino, que actuó a finales de la década de los cincuenta asesorando en El Salvador al grupo del el ex oficial de inteligencia de la Guardia Nacional.

Douanier en su búsqueda, recurre a la INTERPOL ya que la obra de Cañas ha sido falsificada en múltiples ocasiones, y a veces es difícil de discernir las copias de los originales, aún por el propio artista. En su búsqueda descubre que una secta llamada Hermandad del Puente está detrás de esta conspiración. Esta hermandad hace referencia a la otra que existió en la realidad en El Salvador formada por los militares y civiles la autodenominada “hermandad” derechista también estaba dirigida por Roberto D’Aubuisson, un grupo impulsor de la inhumana campaña de secuestros y asesinatos políticos, para salvar al país de sus enemigos, y salvar las fortunas de la oligarquía. Entre sus víctimas se encontraban sectores progresistas de la iglesia católica, de la orden jesuita, un arzobispo, dirigentes políticos y sindicalistas. El objetivo central de la hermandad era la eliminación de la izquierda y el centro moderado en El Salvador, y lograr que la ultraderecha tomara del poder. En la novela la “Hermandad del Puente” tenía una Biblia o libro guía llamado El memorial del ilusionista, cuyos capítulos se encuentran intercalados en la novela. Douanier vuelve un día a la Galería Iris y descubre que todas las pinturas de Cañas se han desvanecido, quedando sólo las telas en blanco (al igual que los desaparecidos). Douanier recibe información de que han encontrado en una elegante mansión uno de los talleres de los falsificadores. Douanier es llevado a esta mansión y encuentra los “instrumentos” de los “falsificadores”. Volviendo otra vez a la metáfora histórica de esta novela Bencastro nos está hablando de las siniestras casas de seguridad que existieron durante esta guerra sucia, y que en realidad eran lugares secretos, y no estaban al alcance de la interferencia de las autoridades salvadoreñas y tampoco podían ser ubicadas por las víctimas, ni localizadas por sus familiares.

Autores Locales

La obra pictórica de Cañas está entrelazada en la novela. Hay que destacar, sobre todo El entierro de Monseñor, que representa el entierro del arzobispo Monseñor Óscar Arnulfo Romero. La Alondra representa un símbolo de luz y ascensión mística, aparece con vuelo ascendente y sonoro, y trae consigo un sentimiento de alegría.

El vuelo de la Alondra, Mario Bencastro. Ediciones Puerto Santa Lucía, Estados Unidos  2018

Román Santillán